http://www.publico.es/tremending/2017/03/02/transfobia-wyoming-y-la-rebelion-de-los-autobuses-contra-el-odio-de-hazte-oir/
Salta a la pista un bondadoso ente televisivo sin ánimo de
lucro y nos sorprende con una linda pirueta: “la identidad de género no se
elige”. De donde se deduce que la manera en que se percibe uno a sí mismo en el
ámbito sexual resulta algo esencial, intrínseco, sin influencia de la voluntad,
tan natural como los órganos sexuales. La ideología de género, comprensiva,
hace una excepción en su firme y elemental creencia de que no hay nada natural (excepto
los órganos sexuales, qué cabrones) y todo es programable.
Como, además, los transexuales refuerzan con sus
sentimientos el sistema heteropatriarcal, ya que se sienten hombre o mujer exclusivamente,
la ideología de género se ve obligada a hacer otra excepción para abrigarles en
su seno. Ya habrá tiempo para reeducarles en el bi-género, supongo.
La ideología de género utiliza cualquier excepción, incluso
las incongruentes con sus propios principios (si no le gustan, tengo otros), para
denunciar la obligatoriedad de que a los hombres les atraigan las mujeres y
viceversa. Ciertamente se trata de una obligatoriedad tan esclavizante como la
propia teoría de la evolución de las especies, que no tiene nada de natural y además
la formuló un hombre.
Aprovecho para resaltar lo evidente: la mayor parte de la
gente de bien reconoce y defiende el derecho de cada cual a sentirse como le dé
la gana. Los rifirrafes autobuseros solo sirven para confundir y enquistar más aún
las posturas preconcebidas. O conmigo o contra mí. ¿HazteOír niega la
existencia de la transexualidad? ¡Oh, escándalo, una asociación ultracatólica
muy minoritaria defiende posturas ultracatólicas muy minoritarias! A mí me escandaliza mucho más que
la mayoritaria ideología de género niegue la naturalidad del proceso de
reproducción. Y que los medios de comunicación y los entes públicos le bailen
el agua. La especie humana, al parecer, sobrevive excepcionalmente.
Lo que ustedes pretenden inculcarnos, ideólogos del género,
es falso: hoy en día la heterosexualidad no se impone de manera obligatoria y
sibilina. La demostración más palmaria está en el escándalo social que se monta
cuando alguien (se supone que) pretende hacerlo.
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