Carrascal, Carrascal, ya me estás dando la lata.
Esta cantinela borrachuza, revisitada en la reposición televisiva
del magnífico documental “Canciones para después de una guerra”, y generadora
de coplillas festivas, puede servirnos para repasar el concepto de "machismo". Recordemos algunas de sus coplas más celebradas.
Las mujeres de hoy en día, ía
Son como las bicicletas, etas
Se les quita la pintura, ura
Y no valen dos pesetas.
He aquí un ejemplo clásico de machismo: minusvaloración pura
y dura de las mujeres. Nada que objetar. Otra.
Me he metido voluntario, ario
Porque prefiero la guerra, erra
A tenerla tos los días, ías
Con mi mujer y mi suegra.
Esto se cantaba en pleno frente de batalla, ya tiene
bemoles. Pero lo que no tiene es nada de machista. No se denigra al género
femenino sino que se alude al muy sobado tema de la incomprensión entre sexos,
siempre de actualidad populachera. Sin más. Vamos con la más famosa:
Una vieja seca seca, eca
Seca seca se casó, óo
Con un viejo seco seco, eco
Y se secaron los dos.
Estrofa paritaria donde las haya. Otra:
Una vieja se comió, óo
Veinte kilos de judías, ías
Y la noche parecía, ía
Un cañón de artillería.
Aquí sigue la “vieja” de protagonista porque el “viejo” no entra a ritmo. En
fin, que incluso en tiempos de la postguerra las cosas no eran tan machistas
como se supone. Ese sentimiento tan generalizado de que a las mujeres se las
considera inferiores es un paradójico hijo de nuestro tiempo igualitarista.
Pero no me voy a extender en esto porque ahora toca hablar de coplillas
chistosas. En ese sentido mis favoritas carrascaleñas siempre serán las absurdas:
La piscina de mi pueblo, eblo
La piscina de mi pueblo, eblo
La piscina de mi pueblo, eblo
En mi pueblo no hay piscina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario